DILMA, LA MUERTA VIVIENTE


Dilma ha ganado con algo más de un 51% las elecciones para la presidencia de Brasil. Una victoria que no merece celebración alguna, los resultados reflejan una clara y cada vez mayor división del país, donde un muro de este a oeste no sería rechazado por muchos de sus ciudadanos. El norte y el sur siguen unidos tan solo geográficamente. Imágenes de votantes de Aécio Neves en las redes sociales haciendo la maleta al conocer los resultados, aunque graciosas, muestran el sentimiento de frustración de un país, que pese a las protestas durante el mundial y los muchos casos de corrupción que afectan directamente a la figura de Lula, presente durante toda la campaña, han vuelto a votar al gobierno que hace cuatro meses querían echar. Incomprensible.


Dilma Rouseff, ha ganado gracias al voto de la clase más baja, que es mayoría en Brasil. Alguien que depende del voto “pobre” para ganar cada cuatro años, es la última persona que desearía que esa gente abandone la pobreza. La famosa bolsa de familia, que son ayudas que el gobierno de Dilma proporciona a las familias más pobres que no trabajan o que tienen hijos, es la mayor y única motivación de la clase baja para depositar su confianza en la señora presidenta. Un país donde las personas tienen hijos solo para recibir un sueldo más, donde la educación no se premia si no que se castiga y donde la corrupción y la violencia forman parte del día a día de los brasileños, no puede mejorar de ninguna manera. La esperanza de un cambio estaba depositada en el señor Neves, y no solo la del 48% de los brasileños, también la de todos los países desarrollados que creían que la evolución de Brasil a un país serio podía llegar pronto. Con solo ver la reacción de los mercados internacionales después de la reelección de Dilma, ya se puede apreciar la opinión exterior respecto al día de la marmota brasileño.

Durante cuatro años más, los pobres seguirán siendo más pobres y los ricos más ricos. Mientras los ricos roban a los pobres y los pobres roban a los ricos, el PT seguirá robando de unos y de otros.

Brasil, un país de contrastes.



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